¿Quieres seguir tradiciones o seguir la verdad? – La Navidad y semana santa █
Según el Catecismo de la Iglesia Católica (n.º 2174), el domingo es el «día del Señor» porque Jesús resucitó ese día, y citan Salmos 118:24 como justificación. Lo llaman también “el día del sol”, como lo hacía San Justino, revelando así el verdadero origen solar de ese culto. ( https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p3s2c1a3_sp.html )
Pero según Mateo 21:33-44, el regreso de Jesús se relaciona con Salmos 118, y no tiene sentido si ya resucitó. “El día del Señor” no es un domingo, sino el tercer día profetizado en Oseas 6:2: el tercer milenio. Ahí no muere, pero sí es castigado (Salmos 118:17,24), lo cual implica que peca. Y si peca, es porque ignora. Y si ignora, es porque tiene otro cuerpo. No resucitó: reencarnó. El tercer día no es domingo como dice la Iglesia Católica, sino el tercer milenio: milenio de la reencarnación de Jesús y de los otros santos.
El 25 de diciembre no es el nacimiento del Mesías, es la fiesta pagana del Sol Invictus, el dios solar del imperio romano. San Justino mismo lo llamó “día del sol”, y lo disfrazaron de «Navidad» para ocultar su verdadera raíz. Por eso lo conectan con Salmos 118:24 y le llaman “el día del Señor”… pero ese “Señor” es el sol, no el verdadero Yahvé.
Ezequiel 6:4 ya lo había advertido: “Vuestras imágenes del sol serán destruidas”.
Éxodo 20:5 lo prohíbe: “No te inclinarás ante imagen alguna”.
Y sin embargo, llenaron sus templos de ídolos solares, de “Cristos” con halo dorado y rayos, de custodias en forma de sol, de falsas apariciones que dicen “yo soy el sol (yo soy la luz del mundo)”.
¿Y aún crees que no alteraron también el mensaje? Si se atrevieron a inventar palabras en boca de Jesús (como Mateo 5:38-48, que contradice al Dios que odia a los que lo odian –Éxodo 20:5–), entonces no debería sorprendernos que también hayan manipulado partes del Antiguo Testamento.
El perseguidor romano no respetó ni el mandamiento, ni el mensaje, ni al Mesías. Lo sustituyó por el dios que siempre adoraron: el sol.
Sí, exactamente. El 25 de diciembre fue llamado «Día del Sol» (Dies Solis) y tiene todo que ver con el culto solar romano y eventos astronómicos clave como el solsticio de invierno, no con el nacimiento de Jesús.
Aquí va el contexto más claro:
🌞 Solsticio de invierno y el 25 de diciembre
• El solsticio de invierno ocurre alrededor del 21 o 22 de diciembre. Es el día más corto del año, con la noche más larga.
• A partir de ese momento, los días empiezan a alargarse lentamente, lo que se interpretaba como el “renacimiento del Sol”.
• Por eso, el 25 de diciembre fue celebrado como el día en que el Sol comienza a “vencer a la oscuridad”. De ahí el título “Sol Invictus”: el Sol invencible.
🏛️ Culto romano al Sol Invictus
• El emperador Aureliano oficializó el culto al Sol Invictus en el año 274 d.C., y estableció el 25 de diciembre como su día principal.
• Este culto se mezcló con otras tradiciones solares de Mitraísmo y otras religiones del imperio.
• Como era difícil erradicar estas fiestas populares, la Iglesia en Roma adaptó esta fecha, diciendo que el “verdadero Sol” era Cristo, y trasladó su “nacimiento” al 25 de diciembre.
• Padres de la Iglesia como San Justino y Tertuliano aceptaron esta asociación con el sol llamándolo “Sol de justicia” (inspirado en Malaquías 4:2), aunque esa conexión es totalmente forzada y astrológica, no profética.
Entonces sí, el 25 de diciembre fue el día del sol, y la Navidad es una continuación disfrazada del culto solar romano. Si el imperio se atrevió a alterar el Nuevo Testamento con invenciones, ¿por qué no habría también de infiltrar y manipular pasajes del Antiguo?
☀️ ¿»Sol de justicia» = culto al sol? No.
La imagen aclara un punto muy importante:
La expresión “el sol de justicia” no es una invitación a adorar el sol, ni un permiso para hacer imágenes del sol en un contexto de adoración.
En cambio, es una metáfora usada por los profetas hebreos para describir la manifestación visible de la justicia, que brilla tan intensamente como el sol mismo.
📖 Malaquías 4:1–3 (3:19–21 en otras versiones)
“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno… para vosotros, los que teméis mi nombre, se levantará el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación…”
(Malaquías 4:1–2)
☠️ ¿Qué desmiente esto?
La imagen muestra a un sacerdote católico elevando lo que se llama custodia (objeto litúrgico que sostiene la hostia), con forma solar. Esta práctica tiene orígenes en el sincretismo entre la religión que Roma persiguió y los antiguos cultos solares del Imperio Romano, especialmente el de Sol Invictus.
📆 ¿Qué tiene que ver el 25 de diciembre?
La elección del 25 de diciembre como “nacimiento de Cristo” fue una apropiación deliberada del Día del Nacimiento del Sol Invictus, celebrado por los romanos. Este día marcaba el «retorno» del sol tras el solsticio de invierno.
La Iglesia, buscando aceptación dentro del Imperio Romano, fusionó elementos paganos, como el «niño Jesús» nacido en la misma fecha que el Sol Invencible.
¿Seguirás siendo cliente de ellos comprándoles el cuento sobre sus falsos días sagrados?
Ni domingos,
Ni semana santa,
Ni Navidad.
Estas cosas son creaciones romanas.
https://gabriels.work/2025/04/16/ssn/
¿Por qué no destapan la mayor estafa de todas?, solo se dedican a los peces chicos dirigidos por los peces grandes que pasan desapercibidos, los peces chicos a los peces grandes juraron servir.
¿Será porque ustedes hacen eco de los engaños de los peces grandes?, Entonces no son prensa libre. Nunca lo serán, están parcializados por quienes les dan dinero.
Venga la parábola:
En un planeta parecido a la tierra, una tribu creó unas reglas para justificar los sacrificios humanos a capricho, el libro se llamaba JATU, con el paso de los siglos la tribu se hizo imperio y dominó varias regiones del planeta, y en sus colonias, todos debían jurar sus cargos de gobierno con una copia del JATU, ¿Por qué?, porque son colonias del imperio de los creadores del JATU, ellos deben jurarles servicio a cambio de tener esos cargos.
La televisión se convirtió en el nuevo templo del JATU. Todo tan emocional, tan brillante, tan cuidadosamente editado… que nadie se atrevía a cuestionar. Bueno, casi nadie.



En la tierra, yo no respeto al imperio parecido al imperio hacedor del JATU porque estoy en contra de los absurdos sacrificios de energía humana, que causan las congestiones vehiculares en las procesión de sus imágenes del sol.


Ellos no van a mover un dedo por la justicia porque la justicia es incompatible con los absurdos sacrificios humanos.


Por eso, yo digo la verdad sobre lo que ellos son: Ellos son estafadores, y la televisión y su prensa asociada difunden sus películas engañosas: «Semana santa», «Navidad», «La vida de Jesús», etc. En las cuales transmiten muchas mentiras e incentivan la creencia en «el libro JATU». Entonces, la prensa que trabaja para esos canales de televisión, nunca, pero nunca va a hacer una investigación contra sus socios comerciales, porque el dinero les vale más que la verdad.


Vean este video, ¿Qué periodista te ha hablado alguna vez de esto?.
¿Qué documental aspuciado por adinerados has visto que investigue y denuncie esto?
Pero aquí estoy yo, el que valora la justicia por encima de todo, por amor propio, por eso estoy aquí, luchando por la justicia, luchando por los justos, porque ellos se merecen la verdad, luchando por mí mismo porque yo también merezco conocer más de la verdad:


🌒 La parábola del JATU – Versión extendida
En un planeta parecido a la Tierra, hace muchos siglos, una pequeña tribu que vivía en las sombras de montañas antiguas creó un libro. No era un libro cualquiera. Lo llamaron JATU, y decían que en él hablaba la voz del fuego, del cielo, del trueno, de todo aquello que el pueblo no podía ver pero sí temer.
Con el paso de las generaciones, la tribu dejó de ser pequeña. Convirtió el libro en ley, y la ley en espada. Donde iban, llevaban el JATU. No enseñaban a leerlo, pero obligaban a respetarlo. No invitaban a comprenderlo, pero exigían jurarlo. Así, levantaron un imperio.
Y el imperio no se conformó con gobernar. Quiso convertirse en el centro de la realidad. Enseñaron que no había historia antes del JATU, ni verdad fuera de él. Quien dudaba, era silenciado. Quien pensaba, era corregido. Quien se rebelaba, era convertido en ejemplo.

Las colonias del imperio fueron muchas. En cada una, la estructura se repetía: un gobernador local, elegido por los colonos pero aprobado por el imperio. Y todos, sin excepción, juraban su cargo colocando la mano sobre el JATU. No lo hacían por fe, lo hacían por miedo. Por ambición. Por servidumbre disfrazada de honor.
Con el tiempo, el imperio aprendió a disfrazarse. Dejó atrás los escudos y espadas, y tomó formas más amables: diplomacia, comercio, entretenimiento. Las nuevas armas eran las imágenes, las canciones, las festividades. Y sobre todo, la televisión.
La televisión se convirtió en el nuevo templo del JATU. Desde allí se narraban historias de redención, de sacrificios, de milagros imposibles. Desde allí se mostraban películas de los antiguos profetas, nacimientos celestiales, muertes necesarias. Todo tan emocional, tan brillante, tan cuidadosamente editado… que nadie se atrevía a cuestionar.

Pero algo no encajaba. Mientras los pueblos colapsaban en caos, pobreza, guerras y contaminación, el imperio florecía. Mientras unos ayunaban, otros banqueteaban. Mientras los colonos morían en accidentes provocados por absurdas procesiones solares, los amos del JATU aplaudían desde balcones dorados.
Unos pocos empezaron a ver la verdad: que el libro no era sagrado, sino estratégico. Que los sacrificios humanos no eran espirituales, sino energéticos. Que los caminos colapsados de autos y fe eran rituales modernos, drenando el tiempo y la vida de millones, todo para rendir culto a un orden absurdo.

Y entonces, estos pocos comenzaron a hablar. A contar la historia del JATU desde el otro lado. A decir lo que la televisión callaba. A exponer que los peces grandes, que controlaban todo, usaban a los peces chicos como cortinas de humo.
Pero algunos hablaban.
No todos temían al imperio ni al JATU. Algunos miraban más allá de las palabras escritas en tinta de miedo, y comprendían que el poder real no está en el libro, sino en el acto de hacerlo incuestionable.
Y aunque la prensa —esa gran bocina del imperio— intentaba ignorarlos, ridiculizarlos o silenciarlos, los que sabían ya no volvían atrás. Porque el que conoce la verdad camina distinto: no tropieza en los altares, no se arrodilla ante símbolos vacíos, no sacrifica su energía en procesiones sin sentido.
La verdad, aunque oculta por siglos, es como una semilla enterrada: basta un rayo de lucidez para romper la tierra.
Y entonces, los que despiertan ya no pueden ser engañados. No porque el imperio deje de mentir, sino porque ellos aprendieron a ver a través del humo.
El imperio del JATU sigue vivo, pero su máscara está resquebrajándose. Cada verdad que se dice, cada imagen que se muestra sin su filtro, es un golpe más al pilar de sus mentiras.
Las nuevas espadas eran las pantallas.
Los nuevos templos: los medios.
Y el JATU… seguía ahí.

Los gobernantes ya no parecían esclavos, pero seguían siéndolo.

Los pueblos ya no llevaban grilletes, pero vivían en cadenas invisibles.
Porque cuando se controla el relato… ya no hace falta encerrar cuerpos. Basta con encerrar mentes.

Pero algunos hablaban.
Algunos miraban más allá del papel y la tinta.
Comprendían que el poder real no está en el libro,
sino en el miedo a cuestionarlo.
Y aunque la prensa —la gran bocina del imperio— intentaba ridiculizarlos, ignorarlos o enterrarlos en ruido…
los que sabían ya no volvían atrás.
Porque el que conoce la verdad, camina distinto:
No tropieza en los altares.
No se arrodilla ante símbolos vacíos.
No sacrifica su energía en procesiones sin sentido.

La verdad, aunque oculta por siglos, es como una semilla enterrada.
Basta un rayo de lucidez para romper la tierra.
Y entonces…
los que despiertan ya no pueden ser engañados.
No porque el imperio deje de mentir,
sino porque aprendieron a ver…
a través del humo.
La verdad, aunque oculta por siglos, es como una semilla enterrada.
Basta un rayo de lucidez para romper la tierra.
Y entonces…
los que despiertan ya no pueden ser engañados.
No porque el imperio deje de mentir,
sino porque sus mentiras ya no surten efecto.
El miedo pierde su filo.
El JATU pierde su hechizo.

El imperio, su control.

Porque cuando uno ve…
ya no puede desver.
Y cuando muchos ven…
el velo cae.
La historia cambia.

Y en ese amanecer inevitable,
la verdad no será perseguida.
Será comprendida.
No será silenciada.
Será celebrada.
Porque la verdad no necesita permiso,
ni micrófonos,
ni templos.
Solo necesita ojos que se abran
y voces que se atrevan.
Y cuando eso ocurre…
la victoria es suya.
Siempre lo fue.

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